Cada verano, la pregunta se repite: ¿por qué en esta temporada crecen los robos a viviendas y otros inmuebles? La respuesta es sencilla: porque son el “sitio ideal” de donde los ladrones pueden sacar dinero u objetos valiosos que luego venden, y porque durante la temporada cálida muchas personas se van de vacaciones dejando sus casas solas.

Pero las casas no sólo son una tentación para un ladrón común o aislado. También son un buen negocio para grupos organizados dedicados a los robos en viviendas, que planean minuciosamente el atraco contemplando los días y horarios más desprotegidos, debilidades en los accesos, falta de sistemas de seguridad y muchos otros detalles que al común de las personas le pasan desapercibidos.

Las vacaciones o épocas festivas son la “temporada alta” para robar, particularmente en el verano, cuando muchas familias se ausentan de sus casas por varios días, semanas e incluso hasta un mes completo. Y aunque en ciertos casos cuentan con sistemas de alarma, los propietarios a veces desconocen que los ladrones tienen la habilidad de desactivarlas para llevar a cabo su trabajo.

Reforzar mecanismos y conductas

Por eso es muy importante reforzar estos mecanismos con la instalación de puertas y cerraduras de alta calidad y tecnología. Y asociado a ello, contratar los servicios de una empresa especializada en los modernos dispositivos de seguridad, que pueda asesorarnos adecuadamente sobre las formas más efectivas de desalentar los hechos delictivos en nuestras viviendas.

Con tiempo, los ladrones empiezan a planear un atraco observando el movimiento de los miembros de una casa, para establecer la estrategia de robo más adecuada y definir qué podrían hurtar de acuerdo a lo que observan o bien a lo que investigan de los propietarios.

A veces, estas bandas están tan bien organizadas que algunos de sus integrantes ponen señales en las mismas casas, cuando éstas se encuentran solas, para que cuando llegue el día del atraco, saber si la vivienda aún está sola, o ya han vuelto sus habitantes.

Esta clase de detalles suelen ignorarse, o se ponen en riesgo cuando en una vivienda hay niños pequeños o adultos mayores, quienes suelen estar más desprevenidos ante las maniobras delictivas y pueden brindar información sensible sin quererlo. Por eso, además de trabajar sobre los sistemas y mecanismos que asegurarán nuestros hogares, es importante modificar algunas conductas que también contribuirán a ello.

Cinco sugerencias

A continuación ofrecemos cinco sugerencias que pueden ayudar a mantener la tranquilidad mientras disfruta de las vacaciones.

1. Puertas, ventanas, persianas… y timbre

Puertas y ventanas cerradas. ¿Y las persianas? No del todo, pues si permanecen bajas por completo durante un periodo prolongado de tiempo facilitan a los ladrones la elección de una vivienda vacía. ¿Y el timbre? Es conveniente no desconectarlo, que emita una señal sonora en todo momento. De no haberla, y pulsar un timbre silencioso, hueco, una vivienda vacía adquiere además el matiz, real o no, de una vivienda deshabitada. Todos estos aspectos, y varios de los que siguen, pueden contemplarse con la asesoría de una empresa especializada en seguridad domiciliaria.

2. Del cerrojo a las alarmas

Los avances tecnológicos están sustituyendo a las formas tradicionales de seguridad. Véase el cerrojo, que cede paso a las alarmas. Asegúrese antes de abandonar la vivienda que la alarma funciona correctamente. El pago de la cuota a la empresa de seguridad que facilita el dispositivo de aviso prevé que la alarma sonará sí o sí cuando un desconocido logre entrar sin permiso en el domicilio, pero la tecnología no es eficaz al cien por cien. En cuanto a los dispositivos de acceso mecánicos o electrónicos, la supervisión humana es esencial, y aún más en este aspecto. Antes de partir, contrate a un profesional que compruebe que los mecanismos de apertura y cierre están en condiciones óptimas.

3. Qué tengo y dónde lo guardo

Elabore una lista, un catálogo de sus pertenencias y el lugar en el que permanecen guardadas. La memoria -sí, reconozcámoslo- falla, tarde o temprano, con independencia de la edad. Si quiere ir un paso más allá, y tiene alma de bibliotecario o documentalista, añada a cada producto registrado en la lista el número de serie para facilitar en caso de robo su posterior identificación.

4. Avise (o no) a los vecinos

Reconociendo que hay vecinos buenos y malos, y si su caso es diferente y admite que no tiene vecinos malos, conviene no fiarse del todo de aquellos que considere buenos. Podrían serlo, por aspecto o por trato, o lo han sido en todo momento conociendo su presencia, pero las circunstancias pueden cambiar si advierten su marcha, sea por unas horas, unos días o hasta un mes. Las relaciones y la simpatía obligan a una revisión periódica, como los automóviles. Avise solo a los vecinos y familiares cercanos; mejor muy cercanos. Y sobre todo, trate de que los más jóvenes de su hogar no alardeen de las vacaciones familiares en sus redes sociales, donde conocer bien a los vecinos es mucho más difícil y riesgoso.

5. La llave y el buzón

En la línea anterior, facilite una llave a una persona de confianza que se comprometa a visitar periódicamente la vivienda, que revise si todo está como lo dejaste al marchar de casa. Esa persona, si se lo requiere, puede a su vez retirar la correspondencia almacenada en el buzón, en especial las relacionadas con las facturas del consumo del hogar o los movimientos de las cuentas bancarias.

Fuentes: tecnicom.info, elperiodico.com